En interesante, retrospectivo y a la vez actual artículo sobre el tenis mundial Clarín publica un análisis de Luis Vinker, esclarecedor sin lugar a dudas, a pocas horas de la final entre Ruud y Alcaraz, de lectura obligatoria para los amantes del deporte rey de las raquetas:

Después del alucinante juego entre Carlos Alcaraz y Jannik Sinner se creía que nada mejor podía pasar en Flushing Meadows. Sin embargo, tal creencia fue errónea. Lo mejor, sin dudas, esta por venir en este Abierto de los Estados Unidos. El español Alcaraz, ya instalado en la final tras sacar de carrera al favorito local Frances Tiafoe, puede convertirse en el número uno del mundo más joven de la historia. Pero también puede quedarse con ese inmenso privilegio el noruego Casper Ruud, que también superó las semifinales y si gana el domingo será el primer tenista de su país en llegar a la cima del ranking. Mejor final, imposible. El campeón y el uno del mundo en juego en un mismo partido.

Casper Ruud
Casper Ruud. Foto: AFP

El noruego y el español definirán el Abierto de los Estados Unidos. No sólo habrá un nuevo campeón, sino que también se definirá el dueño de la cima del ranking

El “efecto pandemia” trastocó al mundo y, por supuesto, al sistema de competición y de ranking en el tenis, que recién ahora se va acomodando (tanto en los puestos top como en todos los demás). Lo más probable –aunque queda ahora sólo como conjetura- es que de no haber sucedido esto (cancelaciones, reprogramaciones, polémicas antivacunas, etc) Novak Djokovic hubiera reinado con cierta serenidad por algún tiempo más…

Medio siglo atrás, el tenis constituyó un deporte innovador, revolucionario, en todo sentido. Un nuevo concepto profesional, la conversión en una atracción masiva y su organización de competencias. Un capítulo de esa transformación fue su sistema de ranking, aplicado entre los hombres por la asociación de jugadores (ATP) desde comienzos de los 70 y que tuvo en James Scott Connors –el número 1 desde 1974 y por varios años– el nombre dominante.

Sin embargo, y como en todo comienzo, el ranking no tenía en aquel momento el “glamour” que le fueron dando los años. Era un simple ordenamiento de jugadores y algunos campeonatos (Wimbledon principalmente) directamente lo obviaban, preclasificando a los participantes en función de su propio concepto.

Tampoco el sistema aplicado para la calificación de los jugadores tenía el rigor y la categoría que le fueron dando los años y los avances técnicos. Guillermo Vilas quedó entonces como una “víctima” de ese momento. No hay ninguna duda de que su excepcional temporada del 77 (con récords hasta hoy inigualados como los 16 títulos y la racha de 46 triunfos seguidos, la conquista de dos coronas de Grand Slam y la final en otro) le hubieran deparado el “número 1”. El controvertido sistema de aquel entonces no se lo dio. Y fue tan absurdo que hubo que adaptar y modernizar el sistema para que semejante injusticia no volviera a darse.

La “cruzada” que emprendieron el periodista Eduardo Puppo con otros estudiosos más recientes indicó que, en realidad y aún con los sistemas de los 70, Vilas hubiera gozado del “número 1” por algunas semanas… del 75. En fin, historias sobre las que hoy es difícil retornar. En aquel momento, convertido en uno de los principales tenistas del mundo, Vilas buscaba su gloria en el terreno que correspondía y que marcaban las tradiciones: los grandes títulos. Ni siquiera en aquel inolvidable 77 se hablaba demasiado del tema del ranking ni Vilas se obsesionaba por la clasificación semanal de la ATP. Esto vino mucho después.

Se dieron circunstancias como que jugadores como el chileno Marcelo Ríos, sin ganar ninguno de los grandes torneos, sí disfrutaron de aquella condición por algunas semanas. Pero fueron casos aislados. En general, a partir de los 90, ya no hubo tantas discusiones. Y en especial con esta incomparable “era del Big 3” (Federer, Nadal, Djokovic) tampoco hubo injusticias y cada uno dispuso de su tiempo de reinado, en función de sus verdaderos resultados.

Carlos Alcaraz
Carlos Alcaraz. Foto: AP

Hoy la puerta está muy abierta. Todavía Djokovic o Nadal (si le dan el físico y las cuentas) quieren seguir en la pelea, Medvedev y Zverev (sólo detenido por una dura lesión) y estos nombres nuevos que surgen con toda velocidad, potencia y audacia (Alcaraz es un verdadero fenómeno entre ellos y podría ser el de mayor precocidad) le dan a los primeros planos del tenis un elemento central, vital, de atracción.

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PV

Con información de Clarín / Escrito por Luis Vinker

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